Cómo preparar el coche para la primavera
Este año el invierno ha resultando especialmente duro en muchas partes del país. Las gélidas temperaturas y las enormes nevadas han provocado algún que otro susto o problema en la red de carreteras. Ahora, con la primavera ya está a la vuelta de la esquina muchos podrían pensar que lo peor ya ha pasado y ya puede relajarse… pero en absoluto, ya que esta época es traicionera en lo meteorológico. De hecho es importante que realices una serie de tareas de mantenimiento para evitar problemas más costosos en el futuro.
Además de los consejos para conducir en primavera, bajo las premisas de prevención y prudencia, la Dirección General de Tráfico (DGT) ofrece una serie de pautas para tener el coche a punto en esta época en la que la situación meteorológica suele cambiar de forma inesperada. En esa inspección, siempre en tu taller de confianza, habrá que verificar:
1. Presión y dibujo de los neumáticos
Una presión correcta es fundamental para manejar bien el coche y que los neumáticos no se desgasten prematuramente. Si notas que tu coche tiende a irse hacia un lado, entonces puede ser que los neumáticos no tengan la presión adecuada. Ya deberías saber cómo comprobar la presión de los neumáticos y tener mucho cuidado si observas:
Presión inferior a la recomendada: Hace que los neumáticos se calienten antes y se desgasten más rápido, y que el coche consuma más combustible. Además, los riesgos de desllantar o sufrir aquaplaning son mucho mayores.
Presión superior a la recomendada: puede provocar que el neumático se desgaste más por la parte central de la banda de rodadura y se estropeen antes las suspensiones, porque el coche soporta peor las irregularidades y baches del asfalto.
Mucho cuidado, porque las consecuencias de haber circulado con una presión insuficiente pueden mantenerse incluso después de haberlos corregido. Por ejemplo, si se han producido daños internos en la estructura por efecto del sobrecalentamiento, o si la banda de rodadura se ha desgastado de forma irregular.
Revisar la banda de rodadura de los neumáticos es algo que debe hacer varias veces al año. Es importante asegurarse que el desgaste es uniforme y comprobar la profundidad del dibujo. Para ello, un truco que puedes realizar es introducir una moneda de 1 euro dentro de la banda de rodadura. Si puedes ver las estrellas que lleva grabadas la cara de la moneda, es conveniente que acudas a un taller cuanto antes.
También, puedes optar por otros métodos más fiables como los testigos de desgaste, que son unos pequeños tacos situados en los surcos de la banda de rodadura, de forma que cuando el dibujo del neumático llega a ese indicador, es señal de que el neumático ha alcanzado el límite legal de utilización de 1,6 milímetros o los medidores de profundidad o profundímetros. Los hay de distintos tipos, y se pueden adquirir en talleres de automóviles o tiendas de repuesto especializadas.
2. Cambia el filtro antipolen
El tráfico levanta una enorme cantidad de partículas en suspensión de polvo, polen, restos de neumáticos desgastados, polvillo de las pastillas de freno, ácaros, bichos… que se van acumulando a lo largo del tiempo en el filtro anti polen (también conocido como filtro del habitáculo). De ahí la importancia en cambiarlo aunque no seas alérgico, ya que no sólo evita que entre polvo u otras partículas al interior del coche, sino que ayuda a mantener limpios los conductos del aire acondicionado y evitar así la proliferación de ácaros y bacterias. Es clave, sobre todo, para quien sufre de alergias.
Además, al cambiar los filtros, podrás hacer frente a la humedad que se forma en los cristales, aunque esto depende también del lugar donde estés y de la temperatura. Cuanto más calor hace, mayor es su capacidad para contener pequeñas gotas de agua en suspensión y viceversa. Así, por ese motivo, la condensación aparece siempre en las zonas sobre las que el aire se enfría con rapidez, como el parabrisas y las ventanillas. Una primera medida para mitigar la humedad es mantener estas superficies siempre lo más limpias posibles. ¿Por qué? Las partículas de polvo actúan como el papel absorbente: atraen el agua y facilitar que se precipiten en gotas cada vez mayores.
El filtro del polen atrapa en su interior las partículas de hasta un micrón (entre ellas el polen, el polvo y la inmensa mayoría de las bacterias). Cuando se satura, este tamiz reduce notablemente la ventilación y capacidad de renovación de aire del sistema de climatización. Si la suciedad se acumula en los conductos, también lo hace la humedad y, con ella, los cultivos de hongos y bacterias. Por eso en muchos coches huele mal cuando se enciende el aire acondicionado. En este sentido puede ayudarte este artículo sobre cómo resolver problemas con el aire acondicionado).
3. Examina el estado de la batería
La batería es una de las partes del coche que más sufre durante el invierno. Las bajas temperaturas pueden deteriorarla muy rápido y, con ello, hacer que el coche te deje tirado en cualquier momento. Si la batería de tu coche tiene más de cuatro años y notas que desde que arrancas el motor hasta que se enciende tarda unos segundos, deberías pensar en cambiarla (sobre todo en los motores gasolina). Pueden servirte nuestos consejos para comprar batería.
Para asegurarte de que no hay problemas es recomendable que el vehículo haya estado circulando al menos una hora preferiblemente por carretera y, después, se haya quedado en reposo otros treinta minutos.
4. Observa el nivel del líquido anticongelante
A medida que las temperaturas suben, es importante asegurarse de que el motor del coche se está refrigerando adecuadamente. Si el piloto de aviso se enciende o si, simplemente no se ha comprobado el nivel de refrigerante en un tiempo, conviene abrir el capó y comprobar el nivel del líquido. La mayoría de los automóviles tienen un medidor de nivel de líquido anticongelante.
Si finalmente es necesario añadir un poco de líquido refrigerante, hazlo siempre cuando el coche este frío y situado sobre una superficie llana. Lo contrario puede ser muy peligroso.
5. Revisa escobillas y líquido limpiaparabrisas
No es un asunto baladí. Hay estudios que indican que el 7% del tiempo que tu coche pasa en marcha estará con las escobillas en funcionamiento. Si tenemos en cuenta que el 18% de los accidentes mortales se producen cuando llueve, está claro que no hay que escatimar en las escobillas, claves para una correcta visibilidad en caso de lluvia.
Hoy en día existen en el mercado escobillas limpiaparabrisas con un testigo de desgaste que indica, sin temor a equivocarse, el momento en que se deben sustituir por otras. Si no lo tienen, el tiempo variará en función de dónde vivas, de cuánto las uses, de si el coche duerme en garaje o, por el contrario, sufre en la calle las inclemencias del tiempo (el sol las cuartea rápidadmente). Hay cuatro síntomas claros para detectar cuando unas escobillas pueden poner en riesgo la seguridad del conductor:
- Empañado.
- Estrías.
- Saltos y ruidos.
- Quedan zonas sin limpiar.
Es también importante que revises el nivel del líquido limpiaparabrisas. Es una solución que puede sacarnos de un apuro, rellenar con agua, pero el uso continuado de agua de grifo con mucha cal puede llegar a obstruir los inyectores de salida. Hay quien rellena con agua con jabón lavavajillas, pero estos productos suelen atacar a la goma y producen mucha espuma, llegando incluso a afectar al sistema de bombeo y con ello a la inyección sobre el vidrio. Otros productos, como ciertos limpiacristales de uso doméstico incluyen amoniaco en su fórmula, que resulta fatal para la vida de los limpias.
Por este motivo es aconsejable emplear productos específicos para los limpiaparabrisas. Suelen llevar anticongelante (algún tipo de alcohol pues en la botella indican que es inflamable). Eso evita que, en invierno, se congele.
6. Revisa los frenos
Antes de realizar un viaje largo es importante que compruebes el estado de los frenos. Si notas que el pedal de freno va más duro de lo normal, que el coche tarda más tiempo en frenar o si se ha encendido el piloto de la luz de freno, hay bastantes posibilidades de que necesites unas pastillas o discos nuevos.
Comprueba también el nivel del líquido de frenos, ya que no debe ser ni superior ni inferior a los parámetros establecidos por el fabricante.
7. Comprueba el sistema de iluminación del coche
Las luces de tu coche son claves para ver… y ser visto. Antes de nada, comprueba que todas las funciones de iluminación y señalización funcionan correctamente. En caso necesario, tendrás que cambiar las lámparas que no lo hagan.
Es importante comprobar la altura y regulación de las luces. De este modo, evitaremos deslumbrar a quien se cruce con nosotros en la carretera por la noche y garantizaremos una óptima visibilidad. Puedes hacerlo “a la antigua”, contra un muro, pero la mejor opción, sin duda alguna, es hacerlo en el taller, donde utilizarán un regloscopio.
Recuerda que es recomendable cambiar las lámparas del coche por parejas, para garantizar un óptimo funcionamiento del sistema.
8. Limpieza exterior del coche
De poco vale tener unos faros perfectos si después los cristales y faros están cubiertos por una capa de suciedad. Es clave una buena limpieza del coche para asegurarnos de ver bien y ser vistos. Pon especial empeño en estas zonas que nos indica la DGT: cristales, faros, antinieblas, retrovisores y reflexivos.
9. Carga con elementos obligatorios… y recomendables
No olvides llevar los recambios necesarios: rueda de repuesto con la presión necesaria, un juego de luces, dos triángulos homologados y el chaleco reflectante. Si el destino es una zona de montaña no está de más un rascador de hielo (aunque sea ya primavera todavía puede helar), cadenas y guantes para su instalación. Y aprovecha la guantera para llevar cosas útiles.
Fuente: noticias.coches.com